Sus alumnos decían que si el lápiz, que si el pincel, que si la tableta gráfica.
La contestación de Ensis fue tan simple como lógica: "El cerebro, el ojo y la mano". Todo lo demás es intercambiable, y accesorio.
Es decir, cuando uno está creando algún tipo de obra la parte principal será nuestra inteligencia, nuestro ingenio, nuestra habilidad y nuestro saber hacer. Las herramientas que usemos han de ser algo que pongamos al servicio de nuestro arte, y no nuestro arte al servicio de nuestras herramientas. Es decir, que nuestro objetivo técnico será ser capaces de elegir la herramienta que mejor se adecue a nuestro objetivo artístico. Al tocar la guitarra, por ejemplo, la música debe ir del cerebro a los dedos, y el oído haber servido de información a este cerebro, al igual que los ojos al haberla leído. Es un todo.
Dicho esto es innegable que, sobre todo en las artes gráficas, la elección de nuestra herramienta condicionará un tipo de resultados u otros, lo cual es una buena excusa para probar todas las que podamos e ir acomodándonos a su uso. La elección de un cierto tipo de papel, de pincel, de tinta, o incluso de programa de dibujo, pueden dar unos resultados muy diferenciados unos de otros.
La pena es que en muchas ocasiones se da el camino inverso: creemos que cierta herramienta es la que tiene que ser usada por narices, y a eso supeditamos el resultado de nuestro arte, haciéndonos un flaco favor, ya que igual si probáramos otras cosas (siempre que el tiempo y el dinero nos lo permitan) igual nos encontrábamos con algo que nos fuera más cómodo de utilizar y que nos daría a la larga mucho mejor resultado.
Así que ya sabéis, pensad primero lo que queréis hacer, y luego utilizad la herramienta más adecuada para ello que tengáis dentro de vuestras posibilidades.
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