Lo primero que debemos definir es: "¿Qué es una escena?"
Una escena puede entenderse como una unidad temática y espacio temporal dentro del relato. Para entendernos, algo que pasa en un momento y lugar determinados. Si cambiamos de tiempo o de lugar, cambiamos de escena. es decir, si en nuestra escena es en una casa de noche, y de repente es por la mañana, hemos cambiado de escena, o si salimos al exterior, también cambiaríamos.
Dicho esto... ¿cuál es la mejor forma de establecer una escena?
Volviendo a nuestra idea de centrarnos en lo esencial, lo mejor es entrar tarde y salir pronto, como dice Syd Field. Es decir, que entremos en un punto de la escena en el que ya estén claros los preliminares de la misma. Syd nos pone el ejemplo de una escena de Cadena Perpetua, en la que Tim Robbins y Morgan Freeman están jugando al ajedrez y hablando, y cuando se dice lo importante, acaba. La escena nos sitúa en medio de la partida de ajedrez, y va a lo más importante de la conversación.
El efecto habría sido muy distinto (y la información y su impacto se habrían diluido más, al estar entre datos redundantes) si esa misma escena hubiera empezado con ambos saliendo del bloque de celdas al patio, colocando el tablero y las piezas del ajedrez y haciendo unas cuantas jugadas, antes de meterse en la conversación que nos interesa. Información relevante para la historia: la misma que en el enfoque anterior, mucho más diluida. Tiempo de la escena: infinitamente más largo. Resultado: mucha información redundante que sobra por todas partes.
La idea, entonces, se trata de establecer las premisas de una escena de la forma más ágil posible, estemos en el medio que estemos, y usar sin miedo el recurso de la elipsis (eliminación de acontecimientos intermedios que se sobreentienden): en vez de ver cómo Bartolín se mete en el edificio, coge el ascensor y llama a la puerta de Mari Pili, podremos ver un plano de Bartolín frente al edificio, y la siguiente escena puede ser desde el interior del piso de Mari Pili, que le abre la puerta a Bartolín.
Esto es aplicable a cualquier medio, visual o no, interactivo o no, siempre que contemos con las características particulares de tal medio. Nada impide que en una novela, o en un relato, el autor nos cuente, tras la descripción del lugar, cómo Tim y Morgan juegan al ajedrez. O que empiece directamente con: "Tim movió la reina, acercándola hacia la posición de jaque. Morgan decidió sacrificar un peón para evitarlo. Una ráfaga de viento levanto algo de polvo del patio y lo movió en su dirección. -Pues como te decía, Morgan- prosiguió Tim (...)"
El caso es ir al grano. Fijarse en los elementos esenciales de la escena y captar el interés del receptor de la historia. Para eso, pensaremos primero en el propósito de la escena, lo que queremos contar en ella, y luego desarrollaremos toda la preparación de la misma para encaminarla de forma fluida hacia ese fin. Fluida, pero no necesariamente evidente.
Una vez que sepamos dónde y cuándo vamos a empezar nuestra escena, será momento de lidiar con las particularidades del medio: ¿es mejor empezar con un plano general, o con varios planos de detalle? ¿Será preferible que el telón se levante con los actores juntos o separados? ¿Es necesario que les diga a los jugadores cómo han hecho todo el camino hasta el palacio del rey?
De eso nos ocuparemos en próximas entregas.
4 comentarios:
Una excelente entrada de la que muchos autores deberían imaginarse. Sobre todo, los nóveles
Ostras, que interesante. Me gusta tu blog. Gracias por visitar el mio :)
Saludos desde Sydney.
David Jack
Algo más andamos preparando ;)
Gracias por los comentarios ;)
Y nada, David, ya ves tú lo que cuesta hacer click... :)
Muy acertado. La verdad es que por intentar jugar todo lo que pasa muchas veces se aburre el personal. Debo tener mas en cuenta esto de los fundidos en negro (asi creo que lo llamaban en el James Bond).
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