lunes, enero 18, 2010

Dick y la belleza

Sobre Philip K. Dick me dejé en el tintero una de sus características más personales: su aproximación a la belleza.

Es esta un elemento fundamental para entender su obra, para disfrutarla, para dejarse arrebatar por ella. La obra de Dick, pesimista, imaginativa y por momentos esperanzada, pero siempre hermosa e inteligente, se sirve de su hipnótico componente estético para permanecer en la cabeza del lector, para derramar sus ojivas de ideas sobre la mente del converso, de quien le lee y le disfruta.

La idea de Dick de la ciencia ficción es una idea, como decíamos anteriormente, de transmisión de ideas nuevas, y para él es ese el hecho diferencial de la ciencia ficción, esa idea nueva que hace que surjan otras en el lector, que se convierte así en otro creador como el propio Dick.

Esas ideas se transmiten a un nivel profundo, subconsciente, permanecen como imágenes de gran poder y belleza en la mente del lector, convirtiéndose en algo más atávico que intelectual, pero con una gran carga filosófica detrás. El argumento se convierte entonces en algo secundario, un vehículo para que la reflexión se abra paso por nuestro cerebro, y cale de una forma mucho más persistente. La imagen de la flor azul que trae la "muerte" de "Una mirada a la oscuridad", el interruptor de emociones de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", el I Ching en "El hombre del castillo", son todos elementos que, a la vez que cumplen una función argumental en el relato, se convierten en algo más, en un símbolo más poderoso de lo que su propia identidad sugiere.

La belleza desesperada de la locura en "Vallis" lleva a una idea mucho más enterrada en la mente de Dick, la existencia e identidad de Dios, la disgregación del tiempo y el espacio, la confusión de la realidad, la agonía y la decadencia de todas las cosas en "Ubik". La paranoia como un poema. La espiral de la locura como una forma de arte. La fe como enfermedad mental y como salvación.

Una vida constantemente enfrentada al absoluto vacío del caos, y, sin embargo, capaz de crear tan temible belleza...

Amacaballo Fat.

Philip K. Dick.

Nos veremos al otro lado de la eternidad.

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