Sangre.
Eso es lo que echo a veces en falta.
No me entiendan mal, no estoy deseando una explosión de violencia a cada momento, ni que el ciclo menstrual sea algo más habitual, no van por ahí los tiros. Me refiero a que, a la hora de narrar, de cantar, de hacer, en suma, arte, se echa de menos algo más de sangre en las venas del autor o intérprete.
¿Cuántos conciertos aburridos, interpretados por grupos que nos dejan fríos, hemos llegado a ver?
¿Cuántas historias contadas sin pasión hemos tenido que aguantar?
Demasiadas.
¿Qué tienen en común?
Esa falta de sangre, de lo que los flamencos llaman "duende", de alma, de huevos, en definitiva, de sentimiento.
¿Qué artista tiene derecho a llamarse así si no deja parte de sí en lo que hace, en lo que escribe, en lo que interpreta?
No creo, en tal caso, hasta que lo consigue, podrá ser un excelente técnico, pero si no transmite, no estará creando arte.
Que, al fin y al cabo, es de lo que se trata...
2 comentarios:
Me recuerda a la frase de Daniel Díaz (en Ni libre ni ocupado)
"Si te falta pasión, no me interesas.
Si te sobra, por favor, baila para mí."
Mola
Sep, esa es la idea, básicamente ;)
Publicar un comentario