jueves, diciembre 10, 2009

Presentando mundos

A la hora de escribir ficción, una de los requisitos necesarios es la creación de mundos. Esto es cierto para cualquier tipo de arte narrativo, ya que el lector/espectador/etc., necesita poder sentir que tu historia se sustenta sobre una base firme y coherente...

Las reglas de este mundo deben quedar claras, pero siempre he pensado que las descripciones exhaustivas del mismo al principio de la historia, cuando no le importan un pimiento a nadie, son mucho menos efectivas que ir introduciendo poco a poco los elementos que conforman las reglas no escritas de tu mundo de ficción. Vayamos con un par de ejemplos.


Vamos a hablar de Bartolín y Mari Pili. Ambos se han currado un trasfondo completo para su historia, muy detallado y con cantidades ingentes de datos sobre sus respectivos mundos fantásticos.

A la hora de presentar su mundo, Bartolín decide optar por hacer un resumen al lector de la historia de su mundo, y empieza su novela con un ladrillo sobre cómo funciona su maravilloso mundo de fantasía, contando de forma resumida lo que tiene por sus notas, para dar al lector un marco de referencia.

Todo ese trabajo hará que el lector, a menos que se le vaya recordando durante la novela, no haga más que volver atrás a revisar ese capítulo de referencia, o, más probablemente, que le dé igual, y se pase por el arco del triunfo tu magnífica creación.

Mari Pili, por su parte, decide situar al lector en su mundo, directamente, y poco a poco, según va siendo relevante para la historia, mencionará los elementos de ese mundo, y cuando realmente sea necesario, los explicará. Se quedará con lo más esencial, picará al lector, le interesará, y cuando explique algo (que ya se ha mencionado con anterioridad), el lector estará mucho más receptivo a esa explicación. Y mucho mejor si esa explicación puede ser por medio de un personaje, o puede mostrarse, en vez de contarse (algo más adecuado para narrativas visuales como el cine y el cómic).

El truco, entonces, como decía Theodore Sturgeon, se trata de no describir nada que no sea esencial para el avance del relato. Olvidarnos de lo accesorio y centrarnos en lo esencial. Tratemos a nuestro lector con un poco de respeto, otorguémosle inteligencia y expliquemos las cosas cuando sean necesarias, si la acción es coherente y está bien narrada, nuestro hipotético lector se enterará de la historia.


2 comentarios:

Pau dijo...

Sí, de acuerdo peeeero hay un Bartolín por ahí, y soy una de las pocas personas en el mundo que no soportan más de 40 páginas de su magna obra precisamente por lo que dices, llamado Tolkien... creo que su obra gusta por ahí...
Lo maravilloso de la creación es que cada uno puede elegir cómo hacerlo, qué tratar primero y en qué profundidad. Nos estamos malacostumbrando a la ausencia total de descripciones y eso tampoco es plan, además ¿qué es necesario y qué no?

katakraos dijo...

A lo que realmente quiero llegar con esto es que lo importante es quedarte con lo esencial e identificarlo, igual estoy demasiado influido por la narrativa visual (no en vano, bebo de ella todos los días), y ahí el tiempo y el espacio son recursos escasos y valiosos. Digamos que mi forma de ver las cosas va más por esa vertiente.
Pero de cualquier manera, esta capacidad de síntesis considero que es una habilidad valiosa para cualquier creador, pues le permite a uno identificar las partes esenciales de la obra, las que de verdad conforman el relato, y las cuales no pueden omitirse, y luego, todo lo demás, accesorio y prescindible para la marcha del relato.
Pero, por supuesto, si uno sabe esto, simplemente habrá identificado qué puede eliminar y qué no, lo cual no es una obligación, pero los años me han acabado convirtiendo en un seguidor de la escuela del "menos es más", y, cuando algo no aporta nada a una historia, en la mayor parte de los casos es mejor quitarlo, porque la narrativa se verá mejorada.
No es cuestión de anular las descripciones, tampoco, sólo de hacer que las que haya ayuden a que la trama avance, que sean relevantes para la historia y para el lector.