viernes, diciembre 18, 2009

La necesidad de narrar




La narración es un acto intrínseco al ser humano. Desde pequeños, contamos chistes, nos relatamos historias, nos narramos sucesos y anécdotas, e incluso, los juegos de los niños tienen mucho de un teatrillo improvisado con muñecos...

Un gran porcentaje de las actividades humanas, una vez crecemos, siguen consistiendo en esa narración de historias, de una forma u otra. La evolución nos ha dado gran variedad de formas de narrar, la literatura, el cine, el cómic, pero, ¿por qué hacerlo? ¿Por qué narrar?



Una de las respuestas a esta pregunta que más me han convencido siempre fue "porque no tenemos más remedio". Creo que es algo que va en nuestros genes, y se trata de algo tan antiguo como el ser humano. Es más, hacemos que los objetos inanimados nos cuenten sus historias, o especulamos sobre las sagas y hazañas de las luces que vemos en el cielo, o de las de los huesos
de los dinosaurios, o los humanos que vivieron antes que nosotros...

El mismo impulso básico que lleva a un padre a contar cuentos a su hijo es el que nos lleva a inventar nuevas historias y, a su vez, a aprender descubriendo las viejas.

Desde la narrativa oral, que se practica desde que somos pequeños y que aprendemos de nuestros padres, hasta el último estreno de cine de última generación distan abismos de tiempo, pero sigue basándose en la misma necesidad, el mismo instinto, pero que utiliza herramientas diferentes. Por lo tanto, se desarrollan como disciplinas diferentes. Pero, al tener un mismo origen, habrá ciertos elementos comunes a todas estas disciplinas.


Esta es una idea sobre la que pretendo extenderme en futuras entradas. Las diferencias y similitudes entre los diversos medios de narración, y qué elementos de uno pueden ayudarnos en otro.

De momento, con eso os dejo, mis niños... Volveremos de improviso, como siempre ;)


4 comentarios:

Jenophonte dijo...

Me parece bellísimo tu impulso lírico acerca de la narración: eleva a quien la practica.

Sin embargo pienso que narramos por otras razones que se pueden explicar usando más barro que pétalos.

Pienso que narramos porque, en parte, cuando contamos una historia la hacemos un poco realidad. De esta forma manipulamos nuestra existencia y permitimos que se creen los mitos que nosotros deseamos que existan.

Sospecho que narramos también para que nuestro cerebro de psicópata disfrute mas de las historias y las interiorice. Si no, lo que existiría desde las cavernas sería el periodismo de crónica y no el arte narrativo.

Es decir, queremos construimos un relato lírico para contar algo en concreto y lo modificamos para que quien vaya a oírlo disfrute con ello.

Desde luego que estos motivos - el deseo que los mitos existan, aunque solo sea en parte, y la incapacidad para comunicarnos si no lo convertimos en algo lírico - se pueden interpretar como necesidades, y por lo tanto estar dentro de tu descripción.

Creo que acercarnos de una manera tan etérea a ellas sería como hablar de la necesidad de Frankenstein de vencer a la muerte con mucha poesía, pero sin contar su dolor a la muerte de su madre: bellísimo, si, pero dejándonos algo en el tintero.

katakraos dijo...

Obviamente, no es una descripción exhaustiva, no pretendía serlo, ni mucho menos, pero la razón de "porque no tenemos más remedio" realmente no es tan lírica. Se trata de algo que está unido a nuestra naturaleza, ya sea para bien (por ejemplo, cuando hablábamos del cuento del padre para su hijo) o para mal (esa manipulación, aunque esto también puede ser relativo).

Pretendo ir desarrollando estas cuestiones sobre la narración en futuros artículos, ya que es un tema que me interesa sobremanera, en todas sus vertientes, especialmente aplicados al medio del cómic, que es el que yo practico más asiduamente, pero sin olvidarnos de todos estos detalles que comentas, que también tendrán (espero) su tratamiento aquí, eso sí, todo visto desde mi óptica personal.

Pero agradezco tu comentario, pues reconozco que es algo a que todavía no le había dado el pensamiento que se merecía. Espero seguir contando contigo por aquí.

Jenophonte dijo...

No he pensado por un momento que hubierea nada errado o poco exacto, lo siento si he dado esa sensacion --¡

Tu objetivo, por lo que he leido, quiere tratar sobre los medios (con su desarrollo y exaptación) y como gracias a estos se puede llegar a las distintas "disciplinas" que se observan hoy en dia. No es un decálogo de "el pulso narrativo en la cultura"

Mas bien me he sentido complusado a comentarte porque no creo en una "esencia platónica humana" pero, como estoy de acuerdo contigo en que la necesidad de narrar nos es inherente, he querido aportar un punto material a la descripción (como una anotación al dorso del incunable).

Sobre la moralidad de la naturaleza narrativa que me señalas, plantéate que cuando tenemos cuatro años aprendemos, de repente, que si damos damos una versión distinta de lo que ha ocurrido, podemos modificar la reaccion de los demás (¡incluso de nuestros padres!), y con ello de alguna forma ganar poder sobre ellos y el universo.

¡¡No es en absoluto malo!! (a pesar de las connotaciones negativas que tenga la palabra "manipulación"), sino que -a excepción de si yo soy el engañado padre- me parece genial.

Puedes decir que Jerjes era un dios, que Jesucristo no murió y que tomaste unas cervezas con Franco en el Kripton de Malasaña. Puedes diseñar un mundo mejor para que la gente lo siga, o advertir de un peligro para que la gente se prepare... ¡Es sobervio!

katakraos dijo...

Efectivamente, a lo que quiero llegar es a esos medios y formas de narración, aplicados ya a lo que sería una vertiente de escritor, o creador de historias, pero de la vertiente artística, no de la cotidiana.

Como te he dicho, de todas formas queda pendiente alguna entrada sobre el tema :)

Y yo también considero que la percepción que tengamos del mundo modifica en gran medida nuestra realidad, y, por supuesto, a ello contribuyen las historias que nos cuentan. Por hecho hay tanta lucha por modificar el lenguaje, ya sea por la causa (política, religiosa o social) que sea, ya que es una de las herramientas más potentes que existen para modificar esa realidad y redirigirla hacia los intereses que haya detrás, ya sean buenos o malos.

Desde las perspectivas igualitarias de un lenguaje "no sexista" hasta el "crimen mental" descrito por Orwell en "1984" dista un abismo, sobre todo intencional, pero la herramienta para conseguirlo se basa en lo mismo: la transformación y manipulación del lenguaje.